Con diversos homenajes organizados por organizaciones sindicales, será recordado este viernes el ex titular de la CGT, José Ignacio Rucci,con motivo de cumplirse el 36 aniversario de su asesinato. El primero de los actos lo protagonizará la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), cuyo secretariado nacional encabezado por el dirigente Antonio Caló, le rendirá homenaje frente al Panteón que guarda sus restos, en el Cementario de Chacarita, a partir de las 11 horas. También convocó en Chacarita para las 11 horas a sus organizaciones sindicales adheridas, la CGT Azul y Blanco que conduce el gastronómico, Luis Barrionuevo.
Posteriormente a las 12, la CGT también homenajeará a Rucci, con un acto a celebrarse en el salón Felipe Vallese de la central obrera, ubicada en Azopardo 802, donde el camionero Hugo Moyano será el único orador. A la misma hora, pero en la sede de Independencia 3058, la figura del asesinado ex titular de la CGT será recordada con una ceremonia organizada por las 62 Organizaciones Peronistas, que lidera el ruralista Jerónimo Venegas.
Finalmente, a las 15 será inaugurada en la planta baja de la CGT una muestra fotográfica sobre la vida del sindicalista metalúrgico, organizada por la Fundación José Ignacio Rucci. Rucci fue asesinado de varios balazos en horas del mediodía del 25 de septiembre de 1973, dos días después que el general Juan Domingo Perón fuera electo presidente de los argentinos por tercera vez.
José Ignacio Rucci era un descendiente de inmigrantes del sur de Italia que llegó a ser un protagonista fundamental de una de las últimas estrategias de Perón: la implementación del “Pacto Social”, que permitió a los trabajadores alcanzar el mayor nivel histórico en el reparto de la riqueza.
Nació en 1924 en un puesto de la estancia “La Esperanza”, en la localidad de Alcorta, un pueblo que se desarrolló gracias al tendido de la red ferroviaria y que se ganó un lugar en la historia de nuestro país por las rebeliones rurales del de comienzos del siglo XX. De orígenes muy humildes terminó la educación primaria y continuó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios al tiempo que ayudaba a su padre en las tareas rurales. Fue uno de los millones de jóvenes que, ante el desarrollo industrial, abandonaron el campo para incorporarse al nuevo proletariado.
Viajó a la Capital Federal gratis, en el camión del diario “El Mundo”, y empezó desde bien abajo; alquiló una pieza en el barrio de Boedo y consiguió su primer trabajo en una confitería la zona de Flores y al poco tiempo obtuvo sus primeros ascensos: primero a mozo de mostrador y después como ayudante de cajero.
Pero Rucci tenía formación profesional y no se sentía a gusto como gastronómico. Logró entrar, para desempeñara tareas subalternas, en La Ballester-Molina, una fábrica nacional que producía armas automáticas. Es allí donde, a los 22 años, comenzó a ejercer su oficio de metalúrgico como “tornero a revólver” y conoció a Hilario Salvo, un dirigente de la recién fundada UOM. Fue uno más de los miles de obreros que concurrieron a la Plaza de mayo el histórico 17 de octubre de 1945. Dos años después será elegido como Delegado de fábrica, cargo que desempeñó hasta 1953, cuando se produjo el golpe militar de 1955 era el conductor de un grupo que manejaba un sector importante de la Compañía Argentina de Talleres Industriales y Anexos (CATITA), fábrica de la que habían surgido varios creadores de la UOM.
Si bien la izquierda lo estigmatizaba como el símbolo máximo de la burocracia sindical, ni el aparato sindical que conducía Lorenzo Miguel, ni el aparato político de López Rega, ni los sectores económicos representados por José Ber Gelbard —que aceptaron el congelamiento de salarios pero no de los precios— salieron en defensa del Secretario General de la CGT. Con mucha lucidez el historiador y periodista Luis Fernado Beraza, autor del libro José Ignacio Rucci, dice: “Había entrado en una especie de fatalismo, donde ser prudente y salvar la vida era sinónimo de cobardía o de traición. A su esposa Coca le comentaba, sin que ésta registrara lo que pasaba, con total fatalismo: «Yo ya estoy jugado»”.
Ante el rotundo triunfo de la fórmula Perón-Perón, el 23 de septiembre de 1973, con el 62 % de los votos, Rucci festeja el resultado y anuncia el “reinicio de la revolución justicialista interrumpida en 1955”. Alerta que el camino no será fácil, ni las soluciones rápidas, “pero empezamos a andar y eso es lo importante”. Su discurso no se limitaba a la decadencia económica, sino que también aludía a la decadencia “espiritual y cultural”. Estos hechos fueron suficientes para poner la fecha y dar cumplimiento de la condena que con total frialdad y despliegue militar se llevó a cabo dos días después.
El 25 de septiembre, pocos días antes de ver a Perón asumir por tercera vez la presidencia, casi al mediodía, cuando estaba trabajando junto un pequeño grupo de dirigentes sindicales en una vivienda prestada, José Ignacio Rucci fue asesinado. Tenía sólo 49 años y dejaba a Coca, su compañera de toda la vida, y dos hijos: Aníbal de 14 años y Claudia de 9 años.
FUENTE. Libro: José Ignacio Rucci. Autor: Luís Fernando Beraza. Editorial: Vergara. . Año 2007.
Operación Traviata. Autor: Ceferino Reato. Editorial: Sudamericana. 309 páginas. Año 2008.