LAUDO: USAR CON MODERACION

El fallo arbitrario de Nación fue la llave que destrabó el conflicto generado por la falta de acuerdo en los salarios de los trabajadores frutícolas en las mesas de negociación paritaria. Sin embargo el aparente efecto balsámico de la fórmula magistral trae aparejado peligrosas consecuencias, frente a un uso repetido y recurrente.
Es que apelar a un arbitraje cada vez que se presentan controversias de intrincada resolución supone –para las partes- la aceptación previa o posterior del dictamen y, necesariamente, invadir espacios ocupados por la negociación colectiva, un instrumento democrático fundamental de las relaciones laborales, garantizada internacionalmente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Las autoridades locales de Trabajo se movieron durante la última semana como un elefante en un bazar, con el único propósito que el diálogo entre la cámara empresaria y el Sindicato de la Fruta  no se cortase y –en el mejor de los casos- se lograra concretar un acuerdo de partes prescindiendo así del fallo del Ministerio de Trabajo de la  Nación. Esto no ocurrió.
Llamativa estrategia desplegó la CAFI cuando, en el momento mas tenso de la negociación, con los plazos prácticamente agotados y los nervios de punta, desmejoró la oferta que había realizado previamente echándolo todo por la borda.
Una acción cuestionable y provocativa que irritó sobremanera a la dirigencia de la fruta que “en caliente” amenazó con medidas de fuerza. Luego, en plenario, primó la razón y los eventuales bloqueos al puerto de San Antonio pasaron al olvido.
El fallo de la viceministro de Trabajo Noemí Rial deja un buen sabor de boca en los obreros rurales de UATRE que percibirán un aumento global del 24% pero una agria sensación en la dirigencia de la fruta que pretendía valores superiores al 20% y deberá conformarse con poco mas del 16%  de incremento para la presente temporada.
Poco puede saberse sobre cómo cayó la resolución en el ámbito empresarial cuyo representante mostró un  hermetismo absoluto desde el inicio mismo de las paritarias. Una política de extrema reserva y autoconfianza propia de quién anticipa el final de la historia.
En rigor, la apelación a un fallo arbitrario habla del fracaso de la discusión paritaria. Esto obliga a fomentar y estimular la negociación colectiva, pues es  uno de los medios más idóneos para encausar el conflicto capital – trabajo. Esta responsabilidad recae sobre las organizaciones gremiales, sobre las patronales y fundamentalmente sobre el estado que debe proteger las conquistas sociales frente a la lógica del capital.

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